Sanaciòn de la enfermedad de Parkinson, diverticulitis y tinnitus
Maria Schoppenhauer (81), Alemania
En abril del año 2000 supe acerca de Bruno Gröning gracias a un artículo de la revista "DasNeue Blatt" y a principios de mayo fui introducida en la enseñanza. Inmediatamente sentí la Heilstrom y los temblores pararon. Los dolores continuos en los músculos y en la espalda desaparecieron a la primera y pude volver a dormir de nuevo sin ningún tipo de dolor, después de no haber podido hacerlo durante muchos años. Desde entonces, puedo moverme sin ningún tipo de problema. Mis actividades motoras también están bien, incluso para coser.
¡Una nueva vida!
Uma nueva vida ha comenzado para mi. Hoy puedo volver a dar largos paseos sin bastón, incluso me he atrevido a volver a montar en bicicleta después de 20 años sin hacerlo. En agosto del 2000 fui de vacaciones con los amigos del circulo de amigos a Filzmoos/Austria y pude ir de rutas cada día sin problema alguno. He vuelto a hacer las tareas del hogar yo misma sin ayuda. Desde la introducción a la enseñanza ,no necesito tomar higos y ciruelas pasas y he podido dejar el sirope de lactosa y la dieta. Mi digestión es buena, incluso algunos días, voy hasta dos veces al baño.
Salí de la introducción sin dolores. Todavía me cuesta entender, como de repente, los dolores desaparecieron. Sobre todo después de haberlos padecido durante tantos años. Y hasta día de hoy puedo decir, que sigo así de bien.
¡Sanación espontánea!
A continuación hay una lista de ejemplos de las ayudas y sanciones que recibí.
Después de la operación de vesícula biliar que tuve en 1951, tenía que seguir una dieta estricta, de lo contrario padecía de cólicos, dolores de tipa y vómitos. Seis meses después de la introducción a la enseñanza, me encontraba completamente bien. Después de décadas de enfermedad, a día de hoy puedo volver a comer legumbres y comidas sabrosas.
En 1970 empecé a tenner continuos estornudos, junto con ojos llorosos en la época de primavera. Un test de alegría mostró una reacción al polen, polvo, moho y otros alergenos. Desde la primavera del 2001 puedo volver a disfrutar del paisaje de la primavera.
Estuve padeciendo ataques de vertigo desde el año 1983. Me caía con frecuencia y cuando los ataques eran muy severos, tenía que estar en la cama durante uno o dos días. Algunas terapias intravenosas, sólo consiguieron una ligera mejoría. En el último periodo, también sufría de ataques de vertigo rotativos. Mi doctor me diagnosticó problemas circulatorios. Necesitaba ayuda para hacer las tareas domesticas y subir las escaleras. En los últimos años, no era capaz de salir de casa y vivía con el continuo miedo de que me iba a caer. Diez meses después de mi introducción en la enseñanza, estaba completamente libre de los vértigos, que había padecido durante tantos años.
La enfermedad empezó en la infancia
He padecido de estreñimiento desde mi infancia. Solo podía ir al baño cada tres o cuatro días. Esto, iba acompañado de dolores de tripa y una continua sensación de hinchazón. Una colonoscopia reveló diverticulosis (evaginación de la pared intestinal) y adherencias. Me recetaron sirope de glucosa, la harina y el azúcar blancos estaban prohibidos y sólo me estaba permitido el uso de un poco de sal. Tenía que comer higos y pasas para tener un movimiento intestinal. A día de hoy todo está perfecto y en orden.
Ningún doctor era capaz de ayudar
Cuando comencé a trabajar como enfermera en un hospital psiquiátrico en 1972, me di cuenta de que en poco tiempo, no me sería posible coger a los enfermos, ya que padecía de dolores severos de espalda, especialmente en las cervicales y en la zona lumbar. En 1983 me diagnosticaron una hernia de disco en la zona lumbar. Una operación trajo algo de mejoría, pero pronto el dolor volvió a ser peor. Era un dolor persistente e intenso en la zona lumbar y cervical, que era especialmente severo en situaciones en las que estaba sometida a estrés. Probé infinidad de tratamientos y la única cosa que me solía ayudar, era llevar un collar cervical. Entretanto, me prejubilaron a la edad de 57 años, ya ni siquiera era capaz de hacer las tareas domésticas. Tomaba calmantes, como el Tramal y necesitaba dos bastones para poder caminar. Incluso un cirujano ortopédico me dijo, después de realizarme un examen médico, que no me debería de molestar más en ir a su consulta ya que él no me podía ayudar más. Hoy estoy sana.
Dolores durante día y noche
Fue entonces, cuando de una forma repentina, mi brazo derecho y pierna derecha empezaron a temblar de forma continua. Cuando también mi brazo izquierdo comenzó a temblar en mayo de 1995, fui a ver al neurólogo, el cual me diagnostico la enfermedad de Parkinson. Me recetó pastillas Madopar, que debía tomar seis veces al día. Al principio hubo una leve mejoría, pero después llegó a ser peor. Al final de 1999 tenía también severas y dolorosas contracciones. Tenía dolor continuo, de día y de noche. Era especialmente duro por las noches. Sólo con la ayuda de calmantes, era capaz de dormir durante algunas horas, pero el dolor continuo estuvo a punto de volverme loca. Era imposible realizar las tareas domésticas y era completamente dependiente de mi marido.
En 1983, un dolor persistente comenzó a causarme problemas en ambos hombros. Se convirtió en algo crónico, de forma que el movimiento de cualquier hombro era muy doloroso, pudiendo sólo elevar mis brazos hasta la altura de los hombros. Sólo era capaz de soportar el dolor con la ayuda de calmantes. Una operación no trajo ninguna mejoría. Dos días después de la introducción a la enseñanza de Bruno Gröning , estaba completamente libre de dolores y de nuevo, podía volver a mover mis brazos libremente. Incluso el trabajo físico y duro, era posible nuevamente.
Empecé a padecer de un ruido en el oído derecho en 1994 y en 1995, fue acompañado por un sonido de fondo continuo en el oído izquierdo. El diagnóstico fue que tenía tinnitus. Después de la introducción a la enseñanza de Bruno Gröning, experimente una liberación espontánea del tormentoso ruido de fondo de los oídos.
En 1996 empezó a salirme un terrible sarpullido en las piernas, junto con un severo picor en la piel. Solía rascarme hasta sangrar y apenas podía dormir por las noches. El dermatólogo me diagnosticó un eczema y me trato con cortisona, pero no tuve mejoría. Una pomada de urea me trajo una leve mejoría. En la introducción a la enseñanza de Bruno Gröning, obtuve la sanción espontánea del picor. Un mes después, también desapareció el eczema.
Otras ayudas y sanaciones
Además, también podría hablar sobre la gran inflamación de pancreas que padecí a partir de 1951, así como de los problemas circulatorios y de angina de pecho que tuve a partir de 1969. Padecimientos, que a día de hoy, son sólo historia. También podría hablar de mi operación de cataratas y de los efectos posteriores que ello causó: sequedad continua de ojos, así como de la alta presión sanguínea y de la incontinencia, como consecuencia de una extirpación en 1973. Tuve la oportunidad de obtener la sanación de todo aquello que padecía; incluso el temblor que tuve todos aquellos años al bajar las escaleras y el miedo a andar solo en la oscuridad, también habían desaparecido. ¿Qué más puedo decir? Si este escrito, pudiera servir de ayuda para alcanzar la sanción de alguna persona, que todavía duda, de que Dios es el gran médico, si alguien todavía no ha podido entregar su enfermedad, entonces, si todo esto pudiera servir a estas personas, esta, sería mi gran alegría, junto con la felicidad que me da, el haber conseguido mi propia sanción.
Comentario médico:
Nueve enfermedades crónicas desaparecen, la mayoría de ellas espontáneamente, después de la introducción a la enseñanza de Bruno Gröning. En cualquier caso, era de esperar desde el punto de vista médico, que después de tantos años de padecimiento, la señora Schoppenhauer, de avanzada edad, continuara con las dolencias que había padecido desde hacía décadas.
El espontáneo retroceso, que a su vez, está relacionado con la introducción a la enseñanza de Bruno Gröning, está claramente atribuido al efecto de la Heilstrom. Lo que esto significa para un ser humano, que ha sufrido este tormento durante años y años, sin esperanza alguna de sanación, junto con la repercusión que esto ha tenido en su vida, no se puede explicar con palabras. Desde el punto de vista médico, sólo se puede ver como un milagro.
Dr. med. H. H, Berlín