Curación de dolor crónico de espalda
Danuta Piekarz (55), Varsovia (Polonia)
A la edad de 47, empecé a padecer un dolor que me acompaño durante años. Comenzó en la parte baja de la espalda, primero esporádicamente y después, cada vez con más frecuencia.
A los 52 años, me dolía la espalda cada vez que me ponía de pie o me agachaba. También lo sentía al levantarme por la mañana y después de caminar más de media hora. Era especialmente difícil cuando tenía que permanecer de pie durante largos viajes en autobús, cuando trabajaba en la cocina o me lavaba el pelo. Como también mis piernas estaban pesadas, caminar se convirtió en una tarea muy ardua para mí. Debido a estas dolencias, era una tortura ir de compras a los grandes centros comerciales, en donde además de moverme lentamente, también tenía que hacer cola para pagar en la caja. Con frecuencia, tenía que parar para sentarme y descansar. Mi hijo me ayudaba a llevar las bolsas de la compra y a caminar, sosteniéndome entre sus brazos.
Dos años después, el dolor comenzó a propagarse por las piernas. Era un dolor muscular bastante desagradable, como si el día anterior hubiera hecho una carrera agotadora o hubiera estado haciendo gimnasia. Me obligaba con gran esfuerzo a seguir trabajando. Esto hizo que empeorara mi estado emocional. Prefería sentarme en una silla y mirar a la nada. Siempre estaba cansada y esto, iba empeorando año tras año. Años antes, después de un examen de rayos x, un médico me diagnosticó problemas de espalda crónicos y me aseguró que tendría que vivir con ello. Los médicos no podían ayudarme. A partir de marzo de 2007, la pesadez en las piernas era tan intensa, que era como si estuvieran envueltas en metal y arrastrara bolas de hierro. Caminar era un gran desafío para mí. Además, me sentía culpable por haber descuidado mis tareas domésticas.
El 27 de octubre de 2009, por fin dejé de trabajar y me jubilé a los 55 años de edad.
Fui a ver la película con dolor
En noviembre, un amigo me invitó a ver la película “El Fenómeno Bruno Gröning - tras las huellas del Sanador Milagroso”. Para poder ir a ver la proyección de la película, el 18 de noviembre de 2007, primero tuve que ir a casa de mi amiga en transporte público y luego seguir en coche con ella. Ese día, me sentía especialmente mal, todo fue agotador: caminar, estar de pie en el autobús y luego subir las escaleras hasta el primer piso. A mitad de camino, sólo quería rendirme y volver a casa. Muy cansada, con fuertes dolores de espalda y muslos, sin esperanza y con tristeza, finalmente tomé un asiento en la sala. En ese momento, no sabía nada de Bruno Gröning. Durante la introducción, tuve dolor en la columna vertebral y los muslos. Entonces, escuche en la pantalla las palabras de una persona sanada, que citaba a Bruno Gröning y decía: "Deme toda la enfermedad". Así pues, yo también le di mis preocupaciones y sufrimientos. Después de esto, tuve un fuerte dolor de cabeza, escalofríos y fatiga. Ese día, el dolor de columna y muslos no desapareció, pero al día siguiente, noté al levantarme, que la columna y muslos ya no me dolían y que mis piernas se sentían ligeras. Tenía fuerza y vigor, y me sentía como si hubiera vuelto a nacer. No podía creerlo, simplemente se había ido, como si el dolor nunca hubiera estado ahí.
El 19 de noviembre de 2007, comenzó una nueva vida para mí. Desde entonces, estoy llena de serenidad y alegría. Ahora me estoy poniendo al día con todo, y no sólo con mis tareas domésticas. Además de limpiar, lavar la ropa y cocinar, hago la compra y doy largos paseos. Ya no evito ningún trabajo físico porque todo es simplemente un placer para mí. Estoy agradecida de todo corazón a Dios y a Bruno Gröning.
Comentario médico:
La Sra. Piekarz tenía un dolor crónico en la columna vertebral, en el curso del cual, se produjo una patología radicular con un dolor que se extendía hacia ambas piernas. El resultado de esto suele ser el desgaste de los discos intervertebrales y las vértebras. Además, estas molestias suelen aumentar con la edad. No puedo explicar, desde el punto de vista médico, la curación espontánea después de años de dolor. Pienso que un poder superior debe haber estado trabajando aquí. ¡Este informe me ha dejado sin palabras!
